miércoles, 7 de abril de 2010

El Gran Hermano en tu terraza

La vida esta llena de situaciones y momentos ridículos que queramos o no, nos pueden pasar a cualquiera. En este post quiero destacar una de esas situaciones: quedarse encerrado en una terraza/balcón.

Quedarse encerrado en una terraza es una experiencia por la que ha pasado mucha gente, vamos y si no te ha pasado siempre sabes de alguien que le pasó.

La gente por regla general se suele quedar atrapado en ese reducto de almacenamiento que es la terraza, por causas involuntarias como una usual corriente de aire o simplemente porque la cerradura de la terraza esta hecha una mierda. Además estas situaciones siempre se dan cuando el afectado está solo en casa y faltan muchas hora para que alguien venga en su rescate. También siempre el encierro te pilla con tus mejores galas es decir con tu pijama de franela o ese chándal de tactel que usas para andar por casa.

La cara que se queda cuando ves que la puerta se cierra, es digna de los protagonistas de esas películas que ponen cada tarde de sábado en antena 3 en una escena de drama.
Tu única vía de escape hacia el exterior se cierra igual que la puerta de la cueva de Alí Babá y los 40 ladrones, aunque la única diferencia entre la puerta de tu terraza y esta sea que por mucho que digas Ábrete, Sésamo vas a seguir en clausura.
La sensación que se da cuando estas encerrado en la terraza es la misma que sentía José Luis López Vázquez en “La cabina”, empiezas a ver ese espacio reducido de tu terraza cada vez más y más pequeño.

Una vez que te cercioras dando 1000 empujones a la puerta y asumes que estás encerrado, te asomas por la ventana para disimular, apoyas los codos en los raíles de las ventanas y miras al vacío con una postura digna de foto principal de Facebook. Disimular está bien lo que pasa que cuando ya llevas dos horas mirando al vacío en manga corta en enero pues la gente que pasea por la calle ya te va a empezar a mirar un poquito raro.
Cuando ya dejas de disimular, cierras la ventana y en ese preciso instante de acuerdas de MacGyver, si ese tío que hacia una bomba nuclear con un chicle y un clip, y te preguntas ¿qué haría ese hombre encerrado en una terraza? Una vez que empiezas a buscar instrumentos para realizar tu propio generador de rayos gramma, te das cuenta de que sólo estás rodeado de tiestos, botellas de agua y comida.
Cuando ya desistes de imitar a MacGyver, tu intelecto ayudado de la desesperación, comienza a pensar cosas más razonables como romper un cristal, forzar la puerta o gritar hasta morir o la opción por la que suele optar todo el mundo: esperar hasta que alguien vuelva a casa y te rescate.
Cuando ya han pasado unas cuantas horas desde tu entrada en la terraza siempre llega alguien ha rescatarte y en vez de abrirte inmediatamente te pregunta con la puerta cerrada y con señas ¿Pero que haces ahí? Pues un retiro espiritual no te jode.

En fin… Quedarse encerrado en una terraza es una aventura que a los que les ha sucedido siempre lo cuentan como batallita. Es una situación tan ridícula que la parte receptora se parte de la risa, a esto me pregunto yo: ¿PARA QUE COÑO LO CUENTAS?



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